sábado, 7 de agosto de 2010

Del otro día q me duermo...

Y te contaría un cuento... Había una vez... pero uuf, ya es tarde, pero uuufff se me acaba de olvidar el cuento, bueno, tengo uno en la manga.
De una guerra, de una guerra en la que, de un momento a otro, eran como las seis de la madrugada, no no, eran a eso de las cinco de la mañana. El paisaje a luz, esa luz de la Luna, con niebla mas que rocío, un carruaje, gris, los caballos iban a trote y al dar la vuelta se detuvieron en la calle antes de entrar de lleno a la plaza. ¿Qué detuvo a los caballos? era algo raro que nunca sabremos... pero el chofer se bajó enseguida, no se sabía a bien porqué pero debía hacer bajar a la dema que cuidaba.
El punto es, que en medio de la noche fría, a la luz de la Luna, y entre cansancio, ansías y hastío de la injusticia, la dama bajó de la carroza, ooooh si, bajó y bajó seria, pero el fresco que cubrió su piel (y no nos referimos al chofer :P) más que provocarle un escalofrío, le hizo en su cara un gesto de ternura, esa ternura inexplicable que se arma cuando en medio de la nada se contempla a la luna.
La Luna que aguardaba celosa de lo que pudiese pasar, ya que en sus ratos libres era no sólo la acompañante perfecta de los caminantes nocturnos, sino que era la cómplice de los romances miedosos que se armaban en los sueños de las personas. Por las mañanas era la que simplemente se perdía de la realidad de los sueños que se vivían desde el desayuno hasta el beso de saludo y durante la charla de los enamorados...
El punto es, que sin querer todos olvidaban a la Luna, y oh rayos, ooooh rayoos, aquella dama, con cierto frío en la piel ya, contemplaba la luna, sonrío, oh que sonrisa, uuuuu... parecía soñar en la mirada, parecía corregir su seriedad porque nadie la admiraba, aaah que equivocada... la gente suele equivocarse.
Y en un suspiro recuperó su seriedad, la mirada fija en la plaza y sabiendo que la batalla sería desgastante y que lo importante no era matar sino salir viva, tomó su espada y no le importó para nada el escudo, o pues, era fuerte, es fuerte, pero qué sensibilidad para enfrentar las cosas...
El chofer resentido de tal muestra de soberbia, enmudeció sus comentarios y para sí guardó la sonrisa, tomó pues su carruaje, su cobertor y se retiró, no le importó mucho... ella estaría bien.
No eran ni las seis cuando el ambiente era otro... sin embargo la Luna estaba apática completamente... La Luna, su miedo y su frialdad a veces me motivan a reír.
El calabozo, el pozo, la tienda, el caballero que cruzaba, sonreía, uuuuu, el mundo sabía que todo podía pasar, pero no otra cosa pasó aquel día... no otra cosa que la feroz batalla dejó heridos, pero nadie murió... Hubo algo, que hasta la Luna sorprendió, hubo algo que por fin pudo ver... y ahora para sí, creía que el Sol le iba a envidiar todos toooodos y cada uno de sus rayos reflejados...
El Sol era algo así como arrogante, se creía pues de su brillar y se decía por las mañanas: "desta luz le presto a la Luna"... Pero la Luna nunca tomó en ello menosprecio... Ella era así o mas fuerte, ella era un relajo, un relajo de ternura contenida combinado con furia de la vida, no se de qué... ni ella sabe.
Pero ese día vió primero algo que el Sol esperaría que se repitiera, pero desde entonces, el Sol tuvo que tener mas cuidado, y cuidar a la Luna, porque sabía que si la Luna no propiciaba en aquella luz un azul para la calle, si ella no causaba ese efecto, temía, el amigo Sol, que en la mañana no pudiese contemplar aquella alegría que nació de noche... desde los sueños, aunque mas bien temprano.
Pero cómo son las cosas, que el Sol un día, así, se dió cuenta que ventura grande era que la Luna aún sin tomar tanta atención reflejara su luz... porque un día entre su preocupación, miró aquella escena, feliz de esa escena, y volteó de prisa hacia la Luna, cuando ella parecía cerca y notó esa mirada inolvidable de la Luna... y no envidió para nada el Sol toda escena que contemplaba antes.
Se dedicó a la Luna, sin desapego... y sin miedos, reconoció que era la misma luz que en aquella dama aquel otro día logró tanto, a media batalla... pues, aún reflejaba aquella luz en la mirada... pero nadie sabe que, antes de esa noche, todo parecía sombrío, frío, tremendo... incluso ignoran que aquel caballero, para nada es el mismo... Incluso hay días y noches que no reconoce muy bien cuándo es que todo cambió... de la batalla y de cómo pasó hay poemas y talvez canciones... pero no os contaré... pues no me es permitido hablar de las cosas que aún pasarán.